martes, 29 de diciembre de 2009

Lo nuestro es para siempre

Por Mª José Soriano

Lo nuestro empezó como empiezan los amores que son para siempre, por azar. No nos presentaron ni, como dicen ahora, nuestra red social nos imbricaba ni a lo lejos. Lo nuestro fue cosa del ministerio, de cuando estaba en la capital del reino y desterraba a los docentes consortes a tierras de nadie, es decir, a aquellos lugares que, como tú, hermoseabais alejados o, más bien diría yo velados por el Levante, de la vorágine horteroplayasol de otros lugares de la costa de aquellos años que yo , -aunque era más que políticamente incorrecto, temerario- calificaba de despropósito desdesarrollista. 

Y a tu orilla llegamos un día de setiembre de vendaval que fue el que nos guió hasta tus puertas, pues recién aterrizados nos hicimos un lío con las indicaciones del paisano que nos dijo que El Instituto estaba allí arriba y nos pasamos media mañana subiendo hasta la torre de Meca que era lo único que encontrábamos.

Nuestra desorientación se hizo patente por pasillos, escaleras y hasta detrás de los pinos –entonces había  unos pocos más gracias y/o a pesar de los esfuerzos de Santiago y descendientes ecologistas que han pasado por tus aulas-.  Buscábamos a las autoridades competentes que no éramos capaces de distinguir por  estar escondidas entre una maraña de alumnos/as que les saludaban el primer día de curso y, sobretodo, por su aspecto juvenil. Aprovecho ante nuestros queridos lectores para certificar que hemos tenido, como todo hijo de vecino, un pasado relumbrón; citaré sólo los rara avis que siguen -o casi- anidando en este nido como los hermanos Casas,  el  que siempre ha sido guaperas –Vitoriano-, Javier y Ana Mª, María –que la he puesto separada porque entonces eran apenas novios- y Amparo,  el hermano de Diego –Antonio-, Jesús y Maribel, Concha -la catalana-, mi amiga Ana, Abelardo y hasta yo misma.


Menos mal que en todos los sitios las cosas encuentran su sur gracias a gente providencial como Encarna que nos guió, nos presentó, y nos acunó -desde entonces hasta ahora- permitiéndonos resolver los trámites que nos instalaron en tu Claustro.


 ¡Qué de tardes claustrales desde entonces!, y sí, ya lo se, la factura de horas extras asciende por mi cuenta. ¡Qué paciencia!. Pero ha merecido la pena. Tenemos memoria histórica para distinguir, seleccionar y aprovechar todo lo bueno que habéis entregado en este trabajo: desde debates y decisiones metodológicas didácticas hasta el talante educador y magistral de vuestras tareas cotidianas. Pasados lo sofocos en la más amplia acepción del término, quedan las huellas, los recuerdos y las complicidades con tantos de vosotros –mi Jesús, Carmen y Beli los primeros por más próximos- en tantas aventuras: las visitas a los sitios próximos o los intercambios lejanos, el teatro, la radio, las chirigotas, los planes y replanes de enseñanza, el senderismo, las mujeres –nuestro Ignacio lo llama así porque le da la gana y porque quizás lo de relaciones de género sea una mijita hartante y grandilocuente- las tardes de vídeos-fotos-pintura o del inglés siempre pendiente, las comidas de principio o de final de curso... Somos como vosotros nos habéis hecho: Evaristo, Fernandos, Mariano I y II, Pepes-Cármenes-MªJosés o Jesús-Vicentes e Isabeles--Paquis-Evas-Juan Antonios-Cachuchas-Leonor no recuerdo más que la nuestra-Luisesysas-Gonzalos-Franciscos-Josemanueles-Montses-Pedros-Mimis-Joaquines-Antonios-Olgas-Isidoros-Sofías-Manueles-Anas-Pacos-Agustines-Lauras y un largo etc… con cada uno de sus apellidos. Olé! Por todos ustedes.


 Ah! El flechazo, que lo hubo como en todas las historias de amor que se precien, se produjo y se reproduce cada día en el aula. Nos miramos tomándonos nuestro tiempo y la química hace de las suyas, se produce lo que ahora llaman empatía o lo que yo me digo desde entonces, que estamos hechos el uno para la otra. Paso lista: Juan Antonio, Carmen, Diego, Manuel Malia, Oliva Relinque, Pili Morillo o Eduardo Castrillón...-esto sí que lleva etc y etc...- claro que reinventé los nombres para no olvidarme de ninguno, pero espero que sean alusivos a todos y cada uno de vosotros y he hecho un guiñito a los que veníais de Vejer. Y sin acabar de pasar la lista ya me lo notan ustedes, ¡Qué a gusto me encuentro en el aula!... Se ha producido la magia: la de estar en el lugar adecuado durante algo más de tres décadas.


Si es que lo nuestro...es para siempre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario